miércoles, 3 de junio de 2009

Still got the touch (straight, unfortunately.)


Ya lo sé. Después de varios meses todavía tengo la desfachatez de aparecer por aquí en lugar de irme con mis cuentos a otra parte. Pero ¿qué quieren?, los aprecio mucho mis queridos lectores, sólo que el defectuoso es de lo más absorbente. Cuando estaba en su misteriosa ciudad al norte del país no veía la hora de volver, y ahora que estoy de regreso entiendo porqué. Las fiestas, los hombres, los museos, los amigos que dejé aquí. De todo ello hablaré en otras entregas. Pero ahora a lo que me truje.

El Dr. Thorn me dió el pretexto perfecto para regresar. Me recomendó el curso que él llevó para aprobar decorosamente el examen de residencias (o el de la especialidad para aquellos que no manejan el argot médico), y tras urdir el plan perfecto convencí a mis padres de mandarme a tomar dicho curso. Cinco meses de estudiante en el DF, rodeado de compañeros de todo el país e internacionales. No podía esperar al primer dia de clases y ver la mercancía con la que iba a convivir por tanto tiempo.

Llegose dicho día y yo cargaba una cruda malilla marca diablo por mi fiesta de bienvenida, que detallaré en otra entrega (¿ya ven porqué no he podido escribir? el tiempo dura menos a 3000 metros sobre el nivel del mar.)Me instale en la mitad izquierda posterior del auditorio en hemiciclo al que me habría de acostumbrar y permanecí tan atento y derechito como pude. Uno a uno iban entrando mis compañeros. Como siempre, a donde quiera que voy excepto antros gay, la proporción mujeres/hombres era de 2 o un poco menor. No dejé que eso me desanimara y seguí examinando a cada macho que llegaba. Mi optimismo iba en picada y llegó al fondo cuando el auditorio estaba casi lleno y no habia NINGÚN hombre en el cual poder posar mis ojos para descansar. NO... EYE... CANDY...

Pense que ésto se iba a solucionar en los dias subsecuentes de la primera semana, pero no fue así. Absolutamente todos los inscritos en el curso (cerca de 115) habian llegado puntualitos y recién bañaditos desde el lunes. Además, por si fuera poco, los únicos que poseían el más ínfimo atractivo no activaban mi gaydar, el cual se podría decir que es el Alfa Romeo de su clase, detectando homosexualidad en un radio de 500 metros (en espacios abiertos.)Lo activaban otros pocos pero ni la pena vale mencionarlos. Luego mi mente excesivamente analítica me entregó una noticia para la cual no estaba preparado, ya que esto nunca me habia pasado. Su servidor era el hombre más guapo del auditorio. En lugar de alegrarme, dicha noticia me cayó como balde de agua fría, puesto que me llevó a la siguiente deducción: cada una de las mujeres presentes en el aula iba a intentar, por lo menos una vez, acercarse a mi con fines románticos/eróticos/lascivos. Y para el gran final de la avalancha mental, señoras y señores, la siguiente conclusión: Pasaría el resto de las mañanas de lunes a viernes de esos cinco meses bateando esperpentos, dando muy leves alicientes a las escasísimas chicas guapas y totalmente aislado de todos los hombres del curso, para evadir dignamente las quejas por no ejercer mi supuesta sexualidad. Es decir, pasaría 5 meses pretendiendo ser heterosexual. Lo cual ODIO.

No es que sea de closet. Pero tampoco soy activista. Y justo como lo predije (maldita mente analítica) para el viernes de esa semana ya habia recibido todo tipo de miradas de todo tipo de mujeres. Luego les cuento como me fue con las más osadas. Chau.