miércoles, 17 de septiembre de 2008

09/15


Me disponía a escribir the usual mind shit, y por más que trataba de encontrar alguna trama ke valiera la pena ensalzar un poquito, no encontré evento mas relevante para mí esa noche que haber visto de nuevo al invitado misterioso. Lo cual guardo para mí. Eso y que las dueñas de Nameless son bien marras porque agarraron a 2 albañiles de mente abierta y los convencieron de ponerse de strippers. Pobres. Terminaron meneando las lonjas frente a una audiencia en la que minimo el 60% estamos mejor que ellos.
La noche del 15 de septiembre, dos granadas fueron lanzadas entre la multitud que festejaba el grito de independencia en Morelia, Michoacán. Al escuchar esta noticia sentí vértigo, pues de no haber sido por la lluvia tropical que estaba cayendo en mi ciudad, que no es Morelia ni es tropical, yo también me hubiera encontrado dándome un sabroso y necesario baño de pueblo, con la mirada al cielo, la boca abierta y los oídos tapados admirando los fuegos artificiales al son del Huapango de Moncayo. Luego sentí rabia, porque la única fiesta nacional que el país entero celebra con devoción más que con ocio e indiferencia ha sido manchada de sangre, muerte e incertidumbre. Por último sentí temor, temor al vecino, a la gente que no conozco, a los que conozco, a mis amigos, a los listos, a los pendejos, y a los muy listos para unas cosas pero con mas mierda en la cabeza que yo para otras. De repente los temores se sumaron, y fue entonces cuando supe que esos malnacidos que dedicaron tanto esfuerzo a su proyectito pendejo habían conseguido hacerme sentir, durante segundos pero aún así, lo que querían que sintiera. Terror.
Espero que estén contentos. Después de todo nada más hicieron falta 8 muertos y cientos de heridos para hacerles sentir ese ínfimo orgasmo que sólo a personas tan insignificantes como ustedes les interesa experimentar. ¿O me van a decir que fue hecho con una causa? Política no creo, pues el genocidio le va mal a cualquiera. Si se trata de narcos, mala jugada porque lo que necesitan son clientes, no más muertos sobre su conciencia. Y si acaso, si acaso, se trata de alguna puñetera organización terrorista, les deseo de todo corazón que al más cobarde de sus hombres se le suelte la lengua, que el rumor se corra y que los buenos ciudadanos de Morelia se encarguen de lincharlos fríamente y de uno por uno. Que los dejen marcados pero vivos, para que tengan largos años de condena pública y miradas de repudio. Que vivan marcados, para que se arrepientan y se transformen físicamente en esa persona podrida y minúscula que por dentro son.
Odio que hayan manchado mi blog con sangre, cuando todo lo que tenía era mierda.

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